Conversaciones 2

Transcripción del catalán de la conversación entre Sergi Quiñonero y Jordi Glez. Els Guiamets, 26 octubre de 2020. (parte II)

JG: Nosotros somos muy integristas, hay que asumirlo.

(Risas)

JG: Le decía a Paula (Moreta) que yo, a Christo, no lo considero un landartista o artista ambiental. Que es algo como un arte post-capitalista, muy megalómano. Lo mismo que los artistas iniciadores del movimiento en los 60. Para mí, son artistas contemporáneos sin más. Ahora mismo, considero como condición sine qua non que para ser landartista tienes que deberte y respetar a la naturaleza.

SQ: Me parece alucinante que me hagas esta pregunta, por el lado positivo. (Risas) Yo no me considero un integrista.

JG: Yo sí me considero. Y creo que tú también lo eres.

(Risas)

SQ: Creo que nosotros estamos en una sensibilidad que no es la misma que la de los artistas que hablas. Hace un par de años, en las jornadas de Arte y naturaleza de la URV, planteamos un debate sobre los límites de este arte. A mi me gustan muchas obras no invasivas de Christo y Jeanne-Claude, como cuando envuelven edificios.

JG: Sí, el impacto directo es menor, pero el impacto de fabricación del material sintético para envolver debemos tenerlo en consideración. Yo sería capaz de encadenarme como los de Greenpeace a una obra de Christo para denunciarla.

(Risas)

SQ: Sí, es excesivo. Me gusta más la obra de estudio, con el mismo planteamiento pero con objetos. Luego se sale de madre. Como cubrir todo ese litoral. El impacto es bestial, todo perece bajo esa lona después de 15 días. Eso de arte ambiental no tiene nada. Ni desde el punto de vista ético. Lo mismo con las montañas azul cobalto en el desierto de Jean Verame, o como la misma Spiral Jetty. Es espectacular, pero para mí, el Land Art no va por aquí. Debe de ser un arte respetuoso. Todo lo que está pasando últimamente va más en esta linea. Las otras manifestaciones intrusivas son muy imperialistas. En cambio, de los 70 para aquí, especialmente los europeos, Udo, Long, o el mismo Goldsworthy tienen una mirada y una práctica muy diferente. Casi no utilizan herramientas.

JG: Entonces, ¿tú crees que es una evolución o una moda?

SQ: Quizás el arte ambiental se acabe convirtiendo en una moda, pero también es una evolución natural de lo que tenía que ser. Necesariamente tenía que vincularse a la naturaleza. No solamente trabajar en la naturaleza sino también a favor de la naturaleza. Ya no vale trabajar agrediéndola, apropiándosela. En Richard Long o Ana Mendieta, la intrusión es mínima y poderosa. Pero la semilla ya estaba ahí. Casi simultáneamente o poco después a los norteamericanos, Long ya caminaba en línea. O el mismo Beuys. Quizás también podríamos considerar mucha de su obra como Land Art. Su obra 7.000 robles justamente intenta revertir una situación de pérdida y destrucción del entorno con una acción.

JG: Efectivamente, Beuys no es el arquetipo de landartista pero tiene bastantes obras geniales de denuncia y consciencia, como la acción I like America and America likes me con el coyote.

SQ: Yo tengo reticencias con el uso de animales, pero bueno, eran los 70 y aún no se tenían tan en cuenta. Pero lo que representa esa obra y todo lo que hay alrededor de su viaje a los EEUU es brutal. No todo lo yanqui era destructivo con la Tierra, por ejemplo Alan Sonfist, Time lapse es también de denuncia. Claro, entre esa propuesta y la de Smithson no tiene nada que ver, a pesar que la Spiral Jetty es visualmente espectacular. Sin embargo, me posiciono del otro lado.

JG: Yo también estoy de ese lado obviamente. A pesar de estar dentro del arte contemporáneo, hay un fin superior que no es el mismo arte. Y ese fin es la naturaleza sin “peros”.

SQ: También el Land Art actual defiende una componte social y visión del mundo en que vivimos muy anclada en el presente. Creo que el arte ambiental es muy contemporáneo.

JG: Puede que sea contemporáneo, pero su impacto en las galerías o museos sigue siendo marginal ahora mismo. El arte contemporáneo sigue siendo muy burgués y urbanita, para decorar y especular. Por eso me pregunto si el arte contemporáneo nos quiere o le interesamos, si tiene en cuenta las manifestaciones y a los artistas de Land Art. Porque a veces siento como si el Land Art en este país fuese un arte rural que tiene un circuito propio.

SQ: Aquí hay diferentes lecturas. Para muchos, nosotros estamos dentro de una práctica artística superada ya desde los 60.

JG: Pero por la misma razón, hay gente que sigue pintando como Hopper y lo aclaman. También se habló de la muerte de la pintura y se sigue pintando, y las galerías están llenas de cosas ya muy vistas. Incluso la banana en la pared de Cattelan, eso también ya se ha visto, a parte de parecerme un despropósito.

SQ: Ya sabes que el mundo del arte es muy banal y superfluo a veces, y además tendencioso. Hay cosas que se ponen de moda.

JG: ¿Y no está de moda el arte ambiental en el mundo rural, en contraposición y en paralelo del arte en las ciudades?

SQ: Es posible que sí. Si miras el mapa ahora mismo en Catalunya hay el Gavarres, Saó y Natura i Art, por ejemplo. No sé si tiene mucha repercusión en la capital, o como se refleja allá. Yo pienso que muy poco. A parte de algún artista que puede llamar la atención, como los consolidados Gusi, o el mismo Perejaume, que no son estrictamente landartistas pero tienen cosas en común. Aunque sí, el Land Art acaba siendo un poco “outsider”, y no por ello le quita contemporaneidad. Para mí, el Land Art es el más contemporáneo de las artes porque trata de la naturaleza, de cuidarla y respetarla, al menos en la forma que tú y yo la entendemos.

JG: Pues no deja de ser curioso. Se ha hablado tanto de que el arte es política, pero mucho del arte contemporáneo no lo es, muchas de las cosas que veo son “buffas”, es muy autoreferencial, fashion, que no aporta gran cosa. En cambio, el Land Art tiene mucho de política por su componente ecologista.

SQ: Supongo porque el otro se basa mucho en arte conceptual.

JG: También hay arte conceptual en el Land Art y del mismo modo se reclama atención sobre la naturaleza.

SQ: No tengo muy claro el espacio que ocupa el Land Art.

JG: Tal vez no debería considerarse ni arte, si los coleccionistas o comisarios no les importa.

SQ: Eso también es muy relativo. Ahora viene una exposición de Fina Miralles en el MACBA.

JG: Pero llega muy tarde, seamos francos. Tradicionalmente, no valoramos a los artistas de aquí hasta muertos o hasta que tienen carrera internacional.

SQ: Pero si tengo que hablar de Land Art aquí en la Terra Alta, Tarragona, yo no tengo quejas. Las instituciones y el público responden, y eso es remarcable. Yo noto mucho interés y estamos un poco lejos de todo. A pesar de eso, la gente viene a ver las intervenciones artísticas.

JG: Y seguramente tienes más público que en las galerías de Barcelona.

SQ: Yo creo que se están abriendo puertas al Land Art, todo y que aún está lejos. Pues los coleccionistas o instituciones todavía les cuesta apostar por este tipo de obras, por estos cadáveres como tú dices.

JG: Claro, muchas veces la obra no existe. Solamente quedan unos restos, o la foto. Pero igual en la Virreina se podrían exponer fotos de nuestros trabajos, su evolución o degradación, por ejemplo. Una exposición de cadáveres.

SQ: Yo al final ya no me preocupo. A nivel personal he encontrado cosas que me funcionan y ya me basta. No me voy a romper la cabeza por las instituciones o coleccionistas, si vendo cadáveres bien y si no también.

(Risas)

Obra colaborativa improvisada tras las conversaciones en la casa de S. Quiñonero.

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